Vivimos a un ritmo frenético, donde hacer muchas cosas a la vez se aplaude y donde parece que, cuanto más hagas, más valor tienes. Nos esforzamos por encajar en todos los roles que asumimos —profesional, madre, pareja, amiga— adaptándonos constantemente a lo que se espera de nosotros.
Esta sociedad nos empuja a centrarnos en lo externo, alejándonos cada vez más de nuestra esencia. Ponemos el foco fuera, buscando sentirnos aceptados y, en ese camino, dejamos de ser nosotros mismos… y, sobre todo, dejamos de escucharnos.
Puede que la palabra “escucharnos” suene muy espiritual, pero te invito a que sigas leyendo. Quiero darte una visión clara y práctica para que puedas decidir conscientemente si este camino de reconexión es para ti.
¿Qué significa realmente escuchar a tu cuerpo?
Escuchar a tu cuerpo es reconocer y entender las señales internas que te envía cada día. Es parar para sentir si tienes hambre real o solo ansiedad; si tu cansancio es físico o emocional; si esa molestia en el estómago es por lo que has comido… o por lo que no has dicho.
No es algo esotérico ni complejo. Es como aprender un idioma que siempre estuvo ahí, pero que hemos olvidado. Y como cualquier idioma, cuanto más lo practicas, más fácil es comprenderlo.
Por qué recuperar esta habilidad es tan transformador
Cuando vuelves a escucharte:
- Tomas mejores decisiones alimenticias porque reconoces qué alimentos te nutren y cuáles te drenan.
- Gestionas tu energía a lo largo del día, evitando picos y bajones extremos.
- Previenes el malestar antes de que se convierta en enfermedad.
- Aumentas tu autoestima y confianza porque empiezas a confiar en tu propio criterio, no en dietas o modas externas.
Tres pasos simples para empezar hoy
1. Pausas de chequeo interno
Detente al menos 3 veces al día y pregúntate:
“¿Cómo me siento físicamente? ¿Qué emoción está presente? ¿Qué necesito ahora mismo?”
Escríbelo. Con el tiempo descubrirás patrones claros.
2. Escucha antes de comer
Antes de dar el primer bocado, cierra los ojos y siente tu estómago.
¿Está vacío y pide alimento, o solo buscas algo que calme una emoción?
Esta pausa cambia radicalmente tu relación con la comida.
3. Registra tu energía
Al final del día, puntúa tu energía del 1 al 10 y anota qué la elevó o la bajó.
Este registro se convierte en tu brújula personal para ajustar hábitos.
El poder de vivir en conexión
Escuchar a tu cuerpo no significa que nunca tendrás retos, pero sí que dejarás de actuar a ciegas.
Vivir en conexión contigo mismo es elegir conscientemente qué comer, cuándo descansar, cómo moverte y de qué o quién rodearte.
Cuando eso ocurre, la salud, la vitalidad y la agilidad dejan de ser metas… y se convierten en tu estado natural.
¿Quieres aprender a escucharte y transformar tu salud?
En mis sesiones de coaching de salud integrativa te acompaño a reconectar con tu cuerpo, descubrir tus verdaderas necesidades y convertirlas en hábitos sólidos que te llenen de energía y bienestar.
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